lunes, 4 de mayo de 2009

Querido Nadie: La vida no es lo que me enseñaron de pequeña. Nada se parece a los cuentos y fábulas que aprendí en mi infancia. El cuento de la zorra y el cuervo está muy bien para tener dos años, pero no sirve de nada con 40. Siempre el poder que corrompe al hombre, el ser humano es tan limitado, extraño, y tan obtuso. Estoy desencantada, no sé si seguir con mi meta, o por el contrario rendirme a la evidencia: nada es lo que parece. Y mucho menos lo es. Con actitud extraña quiero acogerme a la palabra, a tú palabra, a esa que pintas para mi en un arco iris de colores que inventas tras la cortina que te oculta, tras la espada segadora de ilusiones, o tras la noche que todo lo cubre.
En ocasiones para poder seguir con mi vida, te imagino entregándome un cielo lleno de estrellas con el solo fin de verme sonreír, y es en ese momento cuando sé que eres real, y que no sólo te pinta mi imaginación en penachos de plumas blancas, o en disfraz con máscara de demonio sudafricano. Qué en verdad existe algo más que el poder y la fuerza de la autoridad y que hay algo superior a ello que es la palabra, la palabra como cubridora de orgasmos múltiples y de caricias recuperadas, de aquellas cosas que no hicimos y que tanto nos hiere recordar, supongo que de nada sirven las palabras, ni las cartulinas de colores que pusimos en las ventanas, ni el buenos días que te ofrezco, ni mi ilusión de aprender algo nuevo cada mañana: a ti no te llena nada. Solo tienes para subsistir la mentira con la que recubres la colcha de tu cama, la mesa de tu despacho, o el caballete donde pintas, y en el que te sientes más hombre, más rey, más poderoso.
Perdóname, pero hoy te siento lejano, ausente, atascado en el maremagnun de tu ombligo y escupiendo sonrisas falsas de aceptación a tus siervos más directos, más adictos, más amados, más inútiles. Supongo que mi decepción no importa nada, será un sentimiento pasajero que en el transcurso de los años contemplaré como una chiquillada, y ya la herida curada solo comprenderá el recuerdo de tu osadía y de mi desfachatez. Porque hubo un tiempo que te quise cambiar, cual Venus ama y desea ser amada. Pensé que cuando hurgabas con tu boca en mi sexo el cuerpo era el gobernador y tú un súbdito, si a mi también me gusta el poder ¿acaso no lo ves? , ya soy una más de la manada, porque la única forma de sobrevivir es convertirme en un miembro más, en un personaje invisible añadido a la carpeta de contactos de tu teléfono móvil.

Tuya siempre: Amalia Amate.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho, ya te he dejado un comentario en el otro blog con lo k matizaria. sigue escribiendo que cada día lo haces mejor.

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  2. De pequeña siempre creí que para escribir hay que tener el corazón en una mano y el bolígrafo en otra... Tu andas por esa cuerda floja en la que sentimiento y razón se unen.

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